jueves, 22 de septiembre de 2011

Las Palabras

Las palabras caen en abotagado silencio,
como naipes sin joker,
como hojas de otoño.
La muchedumbre las pisa
y ellas huyen hacia las alcantarillas.
La palabras caen, algunas se rompen,
se hacen añicos de letras
y cualquier ligero viento
se las puede llevar a deambular
por los callejones y parques,
por las aceras ennegrecidas.
Las palabras que no se escriben caen,
caen muertas, asesinadas por el vacío,
rotas en su alma y en su cuerpo,
sin que ningún poeta pueda darles sepultura.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Sunset Park, de Paul Auster


El último libro de Paul Auster, Sunset Park, que recién acabo de leer es, quizás, el que menos me ha enganchado, pero no por ello me ha dejado de gustar, al contrario, considero que es una estupenda novela, una obra que transpira contemporaneidad por los cuatro costados, escrita con una prosa ágil y sin artilugios. Es una obra que retrata el hoy y el ayer reciente.
  
Alejado de sus juegos metaliterarios que tanto me atrajeron cuando comencé la lectura de sus libros (léase: El palacio de La Luna, Brooklyn Foolies, El Juego de las Ilusiones, etc), Auster se adentra en ese territorio de las relaciones interpersonales entre padres e hijos. En el eje argumental de la trama se mueven dos familias, una desestructurada (familia sanguínea), otra, la que conforman tres amigos que ocupan una destartalada casa de Sunset Park y el protagonista, que es un joven que huye de la primera y recala en la última, perseguido por la culpa, en un largo proceso de expiación.

El autor nos relata los avatares de dos generaciones. La de una lo hace a través de la disección de un clásico del cine: Los mejores años de nuestra vida, donde nos muestra esos personajes perdidos que no saben que hacer con su existencia a su regreso de la guerra y la incomprensión de la que son objeto por parte de sus familiares, y la de la otra, a través  de los jóvenes okupas de la casa de Sunset Park, incluido el protagonista; generación que se enfrenta a otra guerra, la de una crisis económica en la que batallan por salir a flote para realizarse profesionalmente y como seres humanos en busca de esa felicidad siempre distante.

Una de las lecturas que se desprenden (son muchas) es, según mi punto de vista y siguiendo esa tónica, la que nos dice que los hijos de una generación truncada y perdida serán eso mismo y, aún más, serán una generación dependiente, tesis que redunda con el final de la novela: ese hijo que nunca acaba de encontrar su sitio por si solo y siempre termina procurando la ayuda o el cobijo del padre.


O. Moré.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Duetos

Autorretrato / O. Moré (Osvaldo Moreno) CUBA

Arena y Tierra

De las piedras la dureza
me pides, yo arena soy,
y dondequiera que voy
llevo un halo de nobleza.
Y si inclino la cabeza
no es por fatuo ni servil.
Yo no quiero ser candil
ni oropel ni lentejuela.
No soy de esa vieja escuela.
Yo soy tierra de un pensil.


Espuma y Agua

Si voy con estos andares
de poeta casi loco,
si soy espuma y trastoco
las olas, y en los solares
hago juegos malabares
con el agua de este mar,
No es para continuar
siendo isla en el azul,
ni ser palma ni abedul,
es que yo quiero avanzar.


Sangre y Fuego

Yo sé que el viento impaciente
corroe la piedra y luego
arena es. Pero el fuego
a la lava incandescente
la desliza en la pendiente
y al final vuelve a ser roca.
Así es mi sangre, la poca
que vierto cuando me hieren,
y aunque mil llagas me hicieren
sólo dolor me provoca.